Una vez conocí a una chica, que
no era muy guapa, pero que toda ella era una expresión de sensualidad. Íbamos
al trabajo juntas, y era impresionante el imán que desprendía, todos los hombres,
mayores y no tan mayores le decían algo, la atendían, hasta algunas mujeres coqueteaban
con ella.
Un día durante el trayecto al
trabajo le pregunte si era consciente de lo que le sucedía. Y con una simplicidad
apabullante me contesto que sí. Que era
consciente de lo que le pasaba, pero que era más consciente de su feminidad y
eso la hacía diferente y sensual. Le
pregunté también si no dudaba en la forma como se relacionaba con los demás,
que si en cierta forma utilizaba esa capacidad de “seducir” para obtener aquello
que quería, o conquistar al hombre que quisiera, Me dijo que era una
probabilidad en caso de que se cuestionara aquel don natural que había comprendido
cuando apenas era una adolescente. Ella sabía que su físico no encajaba en lo
que la sociedad demandaba y que tenía
que encontrar dentro de ella un poder, que solo ella pudiera tener y que la
hiciera sentirse plena y fabulosa. Y obtuvo su revelación, el primer día que
tuvo su menstruación. Estupefacta le pregunte ¿Cómo? Me dijo que para muchas de sus amigas la menstruación representaba
un hecho traumático, que debían esconder, que representaba una transición
incomoda y poco practica y ella decidió que la suya no iba a ser así, así que,
el día que tuvo su primera menstruación, le dijo a su padre y a su madre que
hicieran una fiesta porque había nacido en ella la mujer, aquella mujer con
capacidad de sentir, de procrear, de disfrutar con el hecho simple de sangrar. Dentro de otras cosas, me dijo, que aquellas mujeres que utilizan su feminidad
para obtener cosas de los demás, atraviesan digamos, por una crisis de
identidad, pues en cierta forma frivolizan su capacidad natural y cálida de
seducir hasta rozar lo absurdo y el ridículo, ya que lo relacionan con la necesidad
de sentirse aceptadas por otros, cuando la verdadera aceptación esta en el
sentir el poder que te confiere el ser mujer.
Eso me dejo totalmente
descolocada, porque, nunca me había planteado el argumento de la feminidad
desde esa perspectiva, es decir por un
lado está la mujer que acepta su feminidad
y la asume en totalidad y otra que utilizando esta feminidad consigue depender
de ella, hasta frivolizarla. ¡Caray! Qué línea más delegada entre estas dos
formas de vivir la feminidad.
Uno está habituado a ver en las
revistas femeninas, un mar de objetos,
consejos, tácticas, estrategias, para ser una mujer 10, pero jamás ves, por
ejemplo, una mujer que destaque por su actividad intelectual, o artística, ,
entonces me pregunto: ¿Estamos ante el mensaje equivocado? O ¿somos nosotras
las mujeres quienes damos el mensaje equivocado?
Da que pensar. En efecto el vivir
la feminidad de una manera natural y poderosa, implica grandes dosis de auto aceptación,
en el caso de mi amiga, el hecho de tener su primera menstruación constituyo un
verdadero acto de poder, y eso le permitió encontrar dentro de ella la belleza
y sensualidad justa para destacar, sin otra cosa más que ser ella misma.
Besos
R