jueves, 14 de abril de 2011

La historia personal.

Hoy me he levantado de la cama, con dolor de cabeza, supongo que será por la botella de vino que me pimple ayer, mientras cavilaba sobre lo que significa la historia personal y los alcances de la misma.


Leí en un libro de Castaneda, que la historia personal era todo aquello que en cierta forma nos obliga a dar explicaciones, o aquellas cosas que hacen que las personas que nos rodean se enfaden y se desilusionen con nosotros y en consecuencia, nos amarren con sus pensamientos.

Igual Don Juan tiene razón, al decir que, somos demasiado ciertos.

Es curioso como hay formas y formas de tener historia personal, En particular me ha llamado la atención un grupo de personas que crean personajes que parecen casi inalcanzables, (en apariencia) pero cuando intentan ser ingeniosos o enigmáticos, lo único que consiguen es justificar aquellos actos y miedos que les obligan a tener historia personal. Usan actos de otras personas para medir en cierta forma, algo que desean con fervorosa morbosidad.

La historia personal pesa mucho, tanto, que hay cosas que reportamos con nuestros actos de forma inconsciente.

Pienso que no se puede borrar la historia personal, usando la mente, porque es incongruente. Delante de un guerrero es muy difícil esconderla, porque ligado a esa historia personal están nuestros deseos y nuestros miedos más profundos.

Prueba de ello es cuando quiero escapar de algo que hiere mi sensible corazón, busco, entonces, en mi memoria aquellos recuerdos de mi hogar o la añoranza a mi tierra y veo cómo mi historia personal consigue satisfacer el deseo de no sentirme sola o devastada por la tierra extraña, o como consigo a través de las palabras, desfogar aquellos deseos de sentirme escuchada, atendida y descubro que soy más cierta que hecha por encargo.

Don Juan también decía que hay que empezar a crear un nube alrededor, y decía que por ejemplo se podía empezar no revelando aquello que verdaderamente se hace, este primer consejo es tremendamente divertido y emocionante, porque “no se sabe detrás de que matorral se esconde la liebre”

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