Al final nos hemos visto, curiosametne através de un manto dorado cuya textura hacia que mi piel se enrizara.
Veía como lejos de cualquier pensamietno viceral y obsesivo, la verdad empezaba a sentirse y una parte de mi se quedaba en silencio, tranquila sin mas ambición que la puesta en ese momento.
Cuánto nos duele, ser libres en la propia elección, pero cuanto nos llena elegir, aquel dolor es solo un momento, el momento donde el miedo hace su aparición, pero que se va, por no encontrar nada ni nadie a quien apegarse.
No se puede ser libre, en el control desmedido y la seguridad exponenciada. por lo menos no yo.
Y entonces aquel manto dorado, lo solte, sin mas, permitiendo que mi piel quedara expuesta al rayo implacable del sol poniente, y me tendi en la hierba, para sentir, que la verdad nutria.
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