miércoles, 19 de junio de 2013

dos relatos cortos

El despertar

Como cada día me levanté de la cama estupefacta, por el hecho de tener la sensación de no haber dormido. Como un zombi, me dirigí a la ducha, el agua fría de un golpe me saco del profundo sueño que alimentaba con el recuerdo de las sabanas cálidas y el cojín blandito Estaba lista. Cubrí mi cuerpo con aceite, elabore un mapa de mi armario para descubrir que lo que habita allí parece ser de otra persona que no es la que quiere vestirse, a regañadientes, cogí lo primero y habitual unos vaqueros, una camiseta y un jersey de cuello tortuga comprado en los negocios de baratijas –que ordinario- pensé. Puse los pies en la puerta y me dirigí con paso lento pero firme hacia la calle, el viento frio golpeaba mi cara, cubrí mi cara con la bufanda y me acorde que no había comido. Y pensaba que estaba lista. -me digo- aceleré el paso para no llegar tarde, pero me distraje viendo una paloma. Me senté en el banco de la plaza a observar esa paloma que no necesita vestir con ropa ordinaria para comer, volar o beber. Suspire… me levante y acelere el paso… tarde, ¡otra vez! y volví a tener la sensación de no haber dormido.

el gato
Escribía sin parar cada cosa que se le ocurría. Era muy bueno en lo que hacía, imitaba a la perfección el movimiento de los dedos, la música que sonaba al compás de las teclas, a-r-b-o-l, lo transportaba al mundo anhelado, ese donde podía comer con la mano, y si, usar el teclado, de la máquina, del ordenador, del mando a distancia, lo hacía bastante bien mientras no lo veían, porque cuando lo hacían solo veían un gato durmiendo en un teclado.  

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